En medio del éxito del documental “Antares de la Luz: La secta del fin del mundo” estrenado en Netflix, conversamos con la periodista Verónica Foxley.
Durante el 2013, el país se paralizó por una historia verdaderamente macabra. Una secta en la localidad de Colliguay, cometió un homicidio brutal, quemando vivo a un recién nacido. La razón detrás de esto, era que el autor del crimen, aludía a que este lactante sería el anticristo y que al derrotarlo, salvarían el mundo.
“No hay antecedentes en Chile de un caso como este”, cuenta Foxley, que en su libro “Cinco gotas de Sangre, la historia íntima de Antares de la Luz y la secta de Colliguay”, relata con lujo de detalles este caso que remeció al país.
Respecto de Ramón Castillo Gaete, el hombre conocido como Antares de la Luz, Foxley desliza que: “Era un tipo común y corriente. Jugaba a la pelota, tocaba música y era una persona normal. Era un chico más antes de iniciar esta secta. En algún momento comenzó a tener dolores corporales y comenzó a tomar ayahuasca, para tratarlos. El consumo constante le empezó a distorsionar su realidad y empezó a hacerse ideas en su cabeza”.
Asimismo, cuenta que: “Empezó a asistir a grupos de autoconocimiento, hizo viajes, y algo pasó ahí en alguno de esos viajes”.
¿Por qué le creyeron? Es la gran pregunta que la opinión pública se hace sobre Antares de la Luz y cómo llegó a convencer a una secta, de que vendría el fin del mundo, a menos que se matara al anticristo. “Estaba cada uno con una historia personal difícil, y tenían una búsqueda de un sentido a su vida, todos ellos. El los llenó de amor de alguna forma. El generó un tipo de empatía y los hizo sentir importantes”.
Eso sí, relata que: “Cuando el mundo no se acabó el 21 de diciembre, la secta dejó de creerle en gran parte. Él dijo que se había aplazado el fin del mundo para tres meses más”.