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Antonella Bordon es una niña argentina que cuando partió la pandemia y se terminaron las clases presenciales se hizo una promesa: no cortarse el pelo hasta volver al colegio.
Durante toda su infancia mantuvo su cabello largo, el que logró crecer hasta la altura de la pantorrilla, el largo de su cabello se extendió casi hasta llegar al piso y sólo lo cortaría cuando se reuniera nuevamente con sus compañeros.
Todo este proceso fue registrado por la fotógrafa argentina Irina Werning, quien durante tres años fotografió su día a día, antes, durante y después del confinamiento obligado por la pandemia.
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“La mostré haciendo clases de Zoom. Le disparé en momentos en los que estaba muy ansiosa por su futuro, la fotografié ayudando en la tienda. La fotografié en situaciones muy limitadas porque no veía a sus amigos ni hacía nada; pero su cabello era el protagonista de todo”, aseguró la fotógrafa a The Guardian.
En septiembre se reabrieron las escuelas en Buenos Aires y con ello la alegría de Antonella por ver nuevamente a sus amigos, pero su extensa cabellera fue cortada tal como lo prometió.
Ahora, ese cabello lo donará a fundaciones que lo transformarán en pelucas para pacientes con cáncer “no estaba triste cuando lo corté, estaba feliz. Me he convertido en una persona diferente“, comentó la niña.
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