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Cuando se habla de anticoncepción, está claro que en la gran mayoría de las casos son las mujeres las que cargan con esa responsabilidad. Un hecho que, ante la carencia de métodos anticonceptivos masculinos, se ha normalizado. Pero lo cierto es que la población femenina no está para nada libre de preocupaciones a la hora de ingerir pastillas, aplicarse inyecciones o usar parches.
Según un estudio realizado a un grupo de 300 mujeres por “El anillo que te libera”, el 60% de las encuestadas siente inquietudes por la cantidad de hormonas que ingieren a través de los métodos anticonceptivos.
Adicionalmente, un 39% ha sentido preocupaciones por la falta de protección contra infecciones de transmisión sexual y la necesidad de recordar la toma de la pastilla todos los días. Además, este método oral también genera dudas en el control del ciclo menstrual y su posible baja de eficacia cuando se toma con otros remedios.
Y es que a pesar de la variedad de métodos anticonceptivos femeninos, la pastilla sigue siendo la más usada de todas. En palabras de Guillermo Galán, ginecólogo e integrante de la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología, el uso de la píldora empezó a generalizarse en los años 60 y ha sido un invento importante para mejorar la calidad de vida de las mujeres. Hecho que no es menor porque Chile, junto a España, son los países son líderes en su consumo.
A pesar de que la píldora anticonceptiva ha tenido un amplio uso y de que se ha comprobado su seguridad, esta no está exenta de efectos secundarios, y tampoco lo están los demás métodos anticonceptivos.
Según un informe de la Virginia Commonwealth University Medical Center, las consecuencias secundarias de los anticonceptivos orales tienen relación con el estrógeno que incluyen. Esta hormona clave en los cambios físicos y reproductivos de las mujeres puede generar retención de líquidos, acné, nauseas, hipertensión arterial, cefaleas, dificultad para dormir e incluso depresión. Sin embargo estos efectos no son habituales al ingerir dosis bajas de la pastilla.
En cuanto a los parches transdérmicos y anillos vaginales anticonceptivos, si se usan durante 3 semanas (sustituyéndolo cada semana), seguido de una semana en que no se utiliza ni el parche ni el anillo, se suele tener una menstruación normal. La preocupación principal está en el sangrado menstrual que pueden causar de manera irregular, pero el estudio explica que eso no es común si se siguen bien las indicaciones.
Por su parte, los efectos secundarios de los implantes anticonceptivos son la menstruación irregular o la ausencia completa de esta y las cefaleas. Estas consecuencias pueden incitar a que las mujeres las retiren. Debido a que no se disuelve en el organismo, el médico debe realizar una incisión en la piel para retirarlo. Su extracción es más difícil que la inserción porque el tejido subcutáneo se engrosa en torno al implante.
Y en el caso de las inyecciones, se ha descubierto que tras dos años, alrededor de un 70% de las mujeres no presenta ninguna menstruación. Cuando la inyección se interrumpe, en el 50% de los casos aproximadamente, el ciclo menstrual se reanuda al cabo de seis meses, y en unas tres cuartas partes, en el curso de un año. Además, es posible que no se recupere la fertilidad hasta 18 meses después de haber interrumpido las inyecciones.
Todas estas inquietudes pueden estar afectando constantemente a las mujeres y es necesario que estas problemáticas se concienticen para que se puedan buscar una solución o cambiar de método anticonceptivo.
Romántica TV
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