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Ésta época de pandemia ha dejado en evidencia varias diferencias entre hombres y mujeres: la carga laboral y las carga doméstica, el aumento en los casos de violencia por género, entre otras cosas.
El punto es que aumenta otra diferencia y que tiene relación con lo laboral.
Históricamente las mujeres hemos tenido una inserción laboral mucho más lenta y no, no es por falta de capacidades, conocimientos o preparación. Acá jugaría un rol clave el “sesgo de género”.
¿Por qué de género? La definición de esta palabra, según Fundación 2020: “el género es una representación cultural, que construye la idea de lo femenino y lo masculino, asignando roles y atributos a hombres y mujeres”.
Al parecer sí. Por lo menos eso lo demuestran las cifras del área de estudios de Laborum.com, Index, que muestran cómo han ido cambiando las pretensiones de renta en época de pandemia.
Y aunque en términos generales bajaron en un 2%, la diferencia más notoria aparece cuando se mide entre hombres y mujeres.
En enero de este 2020 la diferencia en las expectativas de sueldo por género era de un 12%, pero durante agosto alcanzó un 18% y el mayor rango de diferencia se encuentra en profesionales que alcanzan los 45 años.
Según esta medición, las expectativas salariales en el caso de las mujeres alcanza en promedio $1.142.000, mientras que el masculino $1.352.000, alcanzando acá la disparidad máxima del 18%.
Si nos ponemos a evaluar esta diferencia y el rango etáreo en el que se da es justamente cuando las mujeres tenemos que estar enfocadas no sólo en lo laboral, también en la maternidad, entre otros asuntos.
Pero en esta parte, no sólo cabe que hagamos una evaluación haciendo el llamado a las mujeres a que estén más pendientes de cómo van variando los sueldos en el mercado laboral, si no que además, dejemos la pregunta respecto al papel de los empleadores:
¿Es necesario fijar políticas salariales que eliminen la discriminación sólo por ser mujer u hombre? Por un lado, sí es necesario fijar las reglas en la cancha para que el partido sea más justo de una vez por todas.
Como por ejemplo, exigiendo un aumento en la contratación, no sólo en cargos gerenciales, si no que en todo tipo de cargos.
Y no es que a las mujeres nos falte preparación. Un ejemplo de eso es que según la plataforma de estudios online, eClass, las mujeres que toman clases de forma remota antes de la pandemia estaba en un 41% y postpandemia subió a un 44%.
Entonces, nosotras ya hemos hecho gran parte del trabajo… ¿Qué nos queda para derribar las brechas salariales por género?
Romántica TV
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