Sofia Coppola es una apasionada por el cine, una pasión que lleva en la sangre. Hija del director Francis Ford Coppola y de la también cineasta y documentalista Eleanor Coppola, Sofia creció entre sets y cámaras, sabiendo desde sus primeros años que su destino estaba marcado para seguir una carrera en el séptimo arte.
Aunque siendo una adolescente interpretó a Mary Corleone en “El Padrino”, tras la crítica a su personaje y la forma en la que ella se sintió en medio de la interpretación, Sofia decidió dejar la actuación de lado para dedicarse 100% al cine: “La interpretación no es para mí. No me gusta que me digan lo que tengo que hacer.”
En 1999 estrena su primera película “Las Vírgenes Suicidas”, con la cual demostró que podía ser una directora con identidad, más allá de su apellido, demostrando que tenía la capacidad para crear historias que se convierten en cintas de culto.
En 2003 y con “Perdidos en Tokio” Sofia Coppola, se transformó en la primera mujer estadounidense en la nómina de mejor director en los Premios Oscar, una distinción que le da más valor a una mujer que lleva a la gran pantalla historias de mujeres bajo una mirada profunda e intensa.