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Emily Ratajkowski: “Me he sentido cosificada y coartada por mi lugar en el mundo como supuesta sex symbol”

Fue una de las canciones más exitosas de 2013 y cambió la vida de una modelo. “Blurred Lines” la canción más famosa de la carrera de Robin Thicke y un video que fue hasta censurado.

Todo por un trío de mujeres que aparecían totalmente desnudas. Una de ellas era Emily Ratajkowski, quien se hizo mundialmente conocida y desde ese entonces, comenzó a saborear lo más desagradable de esa fama.

En octubre de 2021, adelantando parte de su libro biográfico, contó algo que tomó por sorpresa a varios: “De pronto, sentí como las manos de un extraño me rodearon por detrás y tocó mis pechos desnudos”.

Con esa frase confirmaba el acoso sexual que habría sufrido por parte de Thicke en medio de la grabación del clip.

La crítica a su carrera a través de su autobiografía

“My Body” se llama el libro en el que Emily Ratajkowski relata el giro que dio su vida tras el video de “Blurred Lines”. Tras esa aparición pudo incursionar en el mundo de la actuación y obtener mayores apariciones como modelo.

Eso no fue lo único en todo caso. Aunque los ceros aumentaban en su cuenta bancaria, la relación con su cuerpo, convertido en su mayor capital,  estaba en la cuerda floja.

Justamente sobre esa relación con su físico, que se ya era su fuente de trabajo; el falso empoderamiento; el poder de la belleza y la contradicción de su trabajo es parte de lo que narra de forma autocrítica y sin temores.

“Es innegable que, en numerosos sentidos, me he beneficiado de capitalizar mi sexualidad. Me he convertido en una persona conocida a escala internacional, he amasado un público que se cuenta por millones y he ganado más dinero en promociones y campañas de moda del que mis padres pudieran haber soñado nunca con acumular en toda su vida”.

Eso es parte de lo que explica en el texto donde continúa ahondando en lo que significó darse cuenta del verdadero valor que tenía su trabajo para un mundo donde la visión patriarcal de los cuerpos es el que manda.

“Sin embargo, en otros sentidos menos evidentes, me he sentido cosificada y coartada por mi lugar en el mundo como supuesta sex symbol. He capitalizado mi cuerpo dentro de los confines de un mundo cishetero, capitalista y patriarcal, un mundo en el que la belleza y el atractivo únicamente tienen valor en virtud de la satisfacción de la mirada masculina. La influencia y el estatus que he obtenido, sean los que sean, solo se me concedieron porque atraía a los hombres”.