Elige bien y prepara una mesa que una a todos en esta Navidad
17 de Diciembre de 2025 Amanda Gallardo Álvarez
La llegada de diciembre marca el inicio de una temporada en la que la comida ocupa un lugar central. Más allá de los regalos o las decoraciones, la mesa de Navidad sigue siendo el punto de encuentro por excelencia. Es donde las familias se detienen a compartir, recordar y celebrar. Pero cada año, la pregunta se repite. ¿Cómo escoger los platos ideales para una cena equilibrada, sabrosa y con sentido?
En Chile, la tradición combina influencias europeas con costumbres locales, lo que da como resultado una mesa diversa. Desde el clásico pavo o pollo relleno hasta preparaciones más livianas para el calor del verano, el menú navideño refleja la identidad de cada familia. Y aunque los hábitos cambian, hay elementos que permanecen inamovibles, como el brindis con cola de mono o la presencia del pan de pascua, un símbolo que atraviesa generaciones y que hoy se reinterpreta con nuevos sabores y versiones más artesanales.
La planificación como clave del éxito
La elección de las comidas comienza mucho antes del 24 de diciembre. Planificar el menú con anticipación no solo permite ahorrar, sino también distribuir mejor las tareas. Elaborar una lista con los platos principales, los acompañamientos y los postres ayuda a mantener el equilibrio entre lo dulce y lo salado, lo tradicional y lo nuevo.
Un buen punto de partida es pensar en la temperatura del día. En un país donde la Navidad se celebra en pleno verano, optar por platos frescos y equilibrados puede marcar la diferencia. Las ensaladas con frutas, los pescados o las carnes blancas se han vuelto alternativas frecuentes frente a los tradicionales guisos o carnes al horno.
También es importante considerar el número de comensales y sus preferencias alimenticias. Las opciones vegetarianas y veganas han crecido, y hoy forman parte natural del menú navideño. Incorporar legumbres, verduras asadas o quiches salados es una forma de ampliar la oferta sin perder coherencia con el espíritu de la celebración.
Tradición y renovación en la mesa navideña
El pan de pascua se mantiene como uno de los íconos de la mesa chilena. Su mezcla de frutos secos, miel y especias ha trascendido el tiempo, y cada familia conserva su propia receta. En los últimos años, han surgido versiones sin gluten, con menos azúcar o incluso con chocolate, que conviven con las fórmulas más clásicas. Este equilibrio entre lo tradicional y lo contemporáneo refleja la forma en que la gastronomía navideña se ha adaptado a los nuevos tiempos.
Lo mismo ocurre con las bebidas. La cola de mono sigue siendo el compañero inseparable del postre, pero su preparación también ha evolucionado. Algunas versiones incluyen menos alcohol o utilizan café de especialidad, mientras que otras incorporan toques de canela o vainilla para potenciar el aroma. La tendencia es mantener la esencia, pero explorar nuevas texturas y combinaciones que sorprendan a los invitados.
Colores, aromas y una puesta en escena coherente
Armar una linda mesa navideña no solo implica pensar en el menú, sino también en la presentación. El uso de colores neutros combinados con detalles rojos, verdes o dorados genera un ambiente cálido sin necesidad de grandes gastos. La iluminación suave, las velas y los arreglos naturales, como ramas o flores secas, aportan un toque festivo y cercano.
En cuanto a la disposición, lo ideal es favorecer la conversación y la comodidad. Las bandejas compartidas, los platos familiares y las fuentes centrales fomentan la interacción, reforzando la idea de que la Navidad no se trata de un banquete formal, sino de una experiencia compartida.
Una mesa que celebra la unión
La Navidad chilena sigue siendo un reflejo de la mezcla entre herencia y adaptación. Cada plato cuenta una historia y cada mesa muestra una versión distinta del mismo espíritu, celebrar juntos. Ya sea con un menú elaborado o con una cena sencilla, lo importante es el gesto de reunirse.
En ese escenario, el pan de pascua representa mucho más que un postre, es la memoria de los aromas que llenan la casa, el sabor que anuncia el cierre del año y la certeza de que, pese a los cambios, hay tradiciones que siguen siendo punto de encuentro. Una mesa bien pensada no necesita ostentación, sino intención.